Para muchos la situación de los mercados chinos puede parecer incomprensiblemente compleja.
Pero el mercado de valores de la segunda economía del mundo opera de forma diferente a los grandes mercados de occidente.
13:39 hrs. Martes 25, Agosto 2015
Junto a ella, las bolsas de valores en todo el mundo también cayeron drásticamente por los temores de los inversores de una desaceleración económica en China.
Las repercusiones de este “lunes negro” siguieron sintiéndose el martes en los mercados globales, pero las bolsas comenzaron a recuperarse cuando el gobierno en Pekín redujo las tasas de interés.
Para muchos la situación puede parecer incomprensiblemente compleja. Pero el mercado de valores de China, la segunda economía del mundo, opera de forma diferente a los grandes mercados de Occidente.
Intervenciones
La principal diferencia es que aunque el país se ha convertido esencialmente en una economía de libre mercado, una parte significativa de su economía sigue estando controlada por el gobierno.
“Esto quiere decir que las bolsas de valores chinas no están puramente basadas en las fuerzas del mercado, como ocurre en Occidente”, explica Zhuang Chen, economista del servicio chino de la BBC.
“Y cuando hay signos de volatilidad, económica o social, el gobierno toma medidas e interviene para apoyar los mercados, como ocurrió en julio pasado, en el primer desplome de la bolsa”, agrega. Antes de las recientes caídas estrepitosas las bolsas de valores de China continental -la de Shanghai y la de Shenzhen- tenían uno de los mejores rendimientos del mundo.
En junio pasado alcanzaron un alza sin precedentes en los últimos siete años. El mercado de valores de Shanghai aumentó más de 150% en 12 meses.
Pero estos son mercados relativamente jóvenes. El de Shanghai fue establecido en 1990 y comparado con el resto del mundo se le consideran “inmaduro”.
Poca experiencia
Otra diferencia con Occidente -dice Zhuang Chen de la BBC- es que las acciones de los mercados chinos pertenecen casi en su totalidad a inversores domésticos.
Se calcula que sólo 2% de los inversionistas en los mercados chinos son extranjeros.
También está el factor de la dimensión de la bolsa china comparada con las de países desarrollados: el valor bursátil chino es un tercio del PIB mientras que en la mayoría de las economías desarrolladas es más del 100%.
En comparación con Estados Unidos, en que la mitad de la población invierte en acciones, sólo un 6% de los chinos lo hacen.
“El gobierno en los últimos años ha estado alentando al público a invertir y muchos de los inversores son gente común y corriente con poca experiencia en los mercados”.
Y esta falta de una base amplia de inversores experimentados y profesionales significa que el mercado es mucho más volátil.
También hay regulaciones, establecidas en 2004, que permiten que los empresarios e inversores obtengan beneficios con sus inversiones, pero todo dentro de los límites de control del Estado.
Así, en la última década China ha experimentado un crecimiento económico extraordinario, pero en los últimos meses algunos habían estado expresando temores de una desaceleración económica importante.
Para aliviar los temores, el Banco Central había estado repetidamente apoyando a las bolsas para asegurar su estabilidad.
“En julio, para aliviar el desplome de la bolsa el gobierno tomó medidas importantes: redujo la tasa de interés y compró acciones para evitar su caída” explica Zhuang Chen.
“También lanzó una amplia investigación para descubrir si hubo ventas al descubierto que condujeron a la caída. Y bloqueó ventas de accionistas mayoritarios”.
El yuan
Tras estas medidas, muchos esperaban que el viernes, cuando comenzaron los signos de otra gran caída, Pekín tomaría medidas drásticas similares.
Pero esto no ocurrió, lo cual causó pánico y el lunes los mercados chinos vivieron su peor derrumbe desde 2007.
Otra de las diferencias que distinguen a China es que, a diferencia de otras monedas, el yuan no se cotiza en base al número de compradores y vendedores en los mercados internacionales.
El Banco Central establece una tasa diaria frente al dólar estadounidense y durante las operaciones del día el yuan puede negociarse sólo a un 2% más alto o más bajo que la tasa establecida.
A principios de agosto, el Banco redujo casi 2% la tasa de cambio lo cual condujo a una ola de temores en los mercados porque se vio como un intento de ayudar a las exportaciones chinas.
El Banco también anunció que establecería una tasa de cambio diaria basada en las operaciones del yuan del dìa anterior, lo cual podría conducir a una caída de su valor en el futuro.
Prueba de fuego
Pero ahora, después del “lunes negro”, Pekín decidió no tomar ninguna medida para frenar la caída del mercado. Fue hasta el martes, después de que continuó la inestabilidad, que el gobierno redujo la tasa central de interés.
“Sí, esta vez Pekín decidió dejar que fueran las fuerzas del mercado las que dirigieran las bolsas”, afirma Zhuang Chenn del servicio chino de la BBC.
“Quizás porque Pekín quería ver hasta dónde podía llegar el mercado sin que se dieran riesgos de inestabilidad. También pudo haber estado más cauteloso tras la costosa intervención de julio”.
“Pero creo que la principal razón es que el gobierno decidió permitir esta caída para que el mercado se estabilizara y corrigiera, porque lo que muchos consideran es que había una sobrevaluación artificial de las acciones, algunas de las cuales estaban hasta 200% sobrevaluadas”.
“Lo cierto es que los hechos de los últimos días han sido una prueba de fuego para el gobierno”, asegura Zhuang Chen.
“Y también ha sido una prueba para la comunidad internacional, que ha visto, no sin cierta inquietud, qué tan real es la promesa que las autoridades chinas hicieron hace unos años de convertir su economía en una verdadera economía de mercado”.